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El día de la expiación (Levítico capítulos 16 y 17)

LEVÍTICO 16-17
Introducción: el Yom Kyppur es el día más importante del calendario judío; le llaman “el Día” o “el Gran Día”; también “el Sábado de los Sábados”. Conmemoran el día de la expiación ordenado en Levítico 16 y celebrado por siglos hasta el año 70 cuando el templo de Jerusalén fue destruido por el ejército romano y cesó el sacrificio hasta hoy.

El día de la expiación era una vez al año. Dios proveyó este ritual con el propósito de “arreglar cuentas” y “quedar al día” con Su pueblo. El pecado siempre ha sido considerado por Dios como algo terrible, un problema serio de grandes dimensiones y de consecuencias que afectan la comunión con su pueblo y que contaminaban incluso al santuario y la adoración.

En estos capítulos, Dios instruye cómo resolver (de manera temporal) el problema del pecado y sus consecuencias nefastas en su relación con el hombre; aquí se presenta la manera cómo puede haber reconciliación entre los pecadores y el Santo. También, este gran día proveía el recurso para que la ira de Dios no fuera derramada sobre su pueblo y para que Él pudiera seguir habitando en medio de ellos en el santuario. Quedaba evidente que los sacrificios diarios no eran suficientes para cubrir todos los pecados y que era necesario un día en el que se perdonaran los pecados de todo un año.

Es necesario enfatizar que este gran día debía celebrarse una vez cada año, lo cual significa que no era un sacrificio definitivo. De hecho, la palabra expiación significa “cubrir” (heb. kaphar); todo el ritual explicado en levítico 16 sólo permitía que el pecado quedara cubierto o “escondido” de la presencia de Dios, pero no definitivamente “quitado” o “desaparecido” (aunque en el sentido más amplio el término sí se utilizaría para expresar la idea de que la expiación era la solución al problema del pecado y sus justas consecuencias). Precisamente aquí, el escritor a los Hebreos va a basar su argumento para presentar el sacrificio definitivo, eterno, perfecto y por lo tanto superior del Señor Jesucristo, hecho una vez y para siempre, principalmente en los en los capítulos 9 y 10 de la carta.

A continuación, algunos aspectos del día de la expiación de Levítico y del sacrificio perfecto del Señor (explicado en Hebreos) contrastados:

1. LUGAR
Levítico 16:2. Hecho en el santuario terrenal (figura del celestial)
Hebreos 8:2, 9:1-11, 24. Hecho el en santuario celestial, el verdadero

2. SACRIFICIO
Levítico 16:3. Se sacrificaban animales estipulados como víctimas; el sumo sacerdote entraba con sangre ajena
Hebreos 9:12-14, 25 . Él mismo se sacrificó y entró por su propia sangre

3. VESTIDURAS
Levítico 16:4. Entraba el sumo sacerdote con vestiduras de lino
Hebreos 7:26, 10:7. Las vestiduras de lino nos hablan de la vida justa del Señor

4. ¿POR QUIÉN?
Levítico 16:5-19. El sumo sacerdote debía ofrecer sacrificios por sí mismo y su familia y después por el pueblo
Hebreos 7:27. No tuvo necesidad de ofrecer sacrificio por sí mismo

5. PURIFICACIÓN
Levítico 16:15-16 . Era necesario purificar el santuario y los utensilios contaminados por los pecados del pueblo
Hebreos 9:23-24. Todo el ministerio fue hecho en el santuario celestial

6. EFECTIVIDAD
Levítico 16:3, 5. Aarón (y en adelante, el sumo sacerdote de turno) debía entrar UNA VEZ CADA AÑO, en el santuario con la sangre de dos animales: un becerro para expiación y un carnero para holocausto; por el pueblo, debía tomar dos machos cabríos para expiación y un carnero para holocausto
Hebreos 9:11-12. El Señor Jesucristo, Sumo Sacerdote, estando ya presente en el verdadero y perfecto tabernáculo por su propia sangre y no la de animales, ENTRÓ UNA VEZ PARA SIEMPRE en el Lugar Santísimo celestial; repetidas veces, el escritor insiste con la frase UNA SOLA VEZ PARA SIEMPRE

7. RESULTADOS
Levítico 16:29-34. Una vez cada año por todos los pecados de Israel; esto significa que no podía dar una solución definitiva al problema de pecado (no podía quitarlo)
Hebreos 9:12-15, 25-26. Obtuvo ETERNA REDENCIÓN, para que los llamados reciban la promesa de la herencia eterna
Hebreos 10:11-14. Por una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados

5 Tipos de Cristo en el capítulo 16 de Levítico:

1. En el día de la expiación, sólo el sumo sacerdote podía entrar en el Santuario; Cristo es: Misericordioso y Fiel Sumo Sacerdote (He. 2: 17), Gran Sumo Sacerdote (He. 4:14), Sumo Sacerdote según el orden de Melquicedec (un orden superior y mejor que el orden de Aarón; He. 5:10) y Sumo Sacerdote de los bienes venideros (del santuario celestial; He. 9:11)

2. El macho cabrío ofrecido en expiación es un tipo de Cristo en su muerte quitando de en medio (no cubriendo) el pecado (He. 9:26)

3. El macho cabrío que era llevado al desierto, es un cuadro de Cristo llevando nuestro pecado de la presencia de Dios (vs. 22; He. 10:17)

4. El perfume y el incensario con el que el Sumo Sacerdote entraba al lugar santísimo habla de la ofrenda del Señor Jesucristo, agradable a Dios, olor grato en adoración al Padre (Efesios 5:2)

5. Las vestiduras de lino del Aarón hablan de la vida justa y perfecta del Señor (He. 7:26)

Por medio del sacrificio del Cordero de Dios y su sangre derramada en el Calvario, el pecador puede acercarse a Dios y ser perdonado. Así como al macho cabrío le eran transferidos los pecados del pueblo y entonces era sacrificado, así nuestra deuda con Dios fue transferida a Su Hijo y el culpable, sólo por la fe en Su nombre puede tener certeza del perdón. No hacen falta más sacrificios por el pecado; no se necesita que Cristo sea sacrificado vez tras vez. Por su obra perfecta, completa y suficiente, todos los pecados de quienes por la fe nos hemos acercado a Dios han sido perdonados y podemos con confianza acceder, por medio de Él, al santuario celestial.


Levítico 17, trata dos aspectos: el santuario único para ofrecer sacrificios y el mandato específico de Dios a Israel de no comer sangre.

El santuario único (1-9). Las costumbres religiosas paganas de los pueblos vecinos de Israel incluían la adoración a sus ídolos en lugares altos, debajo de árboles frondosos, acompañada de desenfreno moral y prácticas abominables como el sacrificio de seres humanos (sus hijos). El mandato para Israel es adorar ÚNICAMENTE en el santuario levantado por Moisés, ordenado por Dios.

El Señor Jesús, hablando con la mujer samaritana mencionó que vendría la hora cuando ni en Jerusalén ni en otro lugar específico se habría de adorar a Dios (Juan 4:21-24); la adoración pasaría de ser terrenal y material a ser espiritual y en verdad.

“En Espíritu”, nos habla de la necesidad de tener comunión con Dios por medio de Su Espíritu y esto sólo es posible cuando se nace de nuevo; cuando por el Espíritu Santo el pecador es convencido de su necesidad de mirar al Hijo de Dios levantado en la cruz, sacrificado por su pecado y de creer tan sólo en Él para ser salvo de la perdición y tener vida eterna (Juan 3:1-16). La adoración será la obra que el Espíritu de Dios producirá en el creyente sometido a su guía por la obediencia a la verdad de la Palabra de Dios.

“En verdad”, hace referencia a la adoración a Dios basada y respaldada por Su Palabra (“tu palabra es la verdad”). Habla de la adoración, no como algo sensual, que tiene como objeto agradar la carne, sino como el fruto del Espíritu en nuestras vidas, producido al someternos a la verdad de Su Palabra. Es decir, la adoración NUNCA irá en contra de la verdad de la Palabra de Dios.

La prohibición de comer sangre (10-16). Específicamente este pasaje habla a Israel (5 veces en estos 7 versículos especifica que el mandato es para los hijos de Israel y para los extranjeros que moraban en medio de ellos); los motivos estaban relacionado con el hecho de que la sangre de animales era el remedio provisto por Dios a través de las ofrendas para hacer expiación y para los demás sacrificios ordenados.

Acerca de este tema y su aplicación para la iglesia, no es este el pasaje a partir del cual podemos sacar conclusiones definitivas. Deben ser considerados otros cuantos pasajes más para poder llegar a una conclusión sobre el tema.

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